La clave para lograr esa textura esponjosa está en batir bien los huevos con el azúcar, creando una base aireada que ayuda a que el bizcocho suba de manera uniforme. La leche y el aceite vegetal no solo aportan humedad, sino también una suavidad que hará que este bizcocho sea irresistible.
Si bien la receta base es deliciosa por sí sola, puedes personalizarla con un toque de esencia de vainilla para añadir un aroma dulce y delicado, o con ralladura de limón o naranja para un toque cítrico que resalte aún más el sabor. Estas pequeñas adiciones transforman este bizcocho clásico en una obra maestra que se adapta a tus gustos personales.
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