Muchas de nuestras cualidades internas y externas son simplemente heredadas de nuestros antepasados. Muchas de estas funciones ya no desempeñan ningún papel útil en nuestra vida diaria. Aunque muchas personas ya no buscan comida ni viajan de forma nómada, aún conservamos estos rasgos casi inútiles. Nos tienen
Tomemos como ejemplo la inusual sensación de piel de gallina. Este no es un fenómeno aleatorio. Cuando nuestros antepasados mamíferos se enfrentaban a temperaturas gélidas, tenían una estrategia bien conocida para afrontarlas. La piel de gallina ayudó a aumentar la superficie y retener el calor. Cuando tenemos frío, un músculo asociado con el vello de nuestros brazos se contrae, obligando al vello a erizarse y dejando protuberancias en la piel.
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