Preparación:
1. Saca la mantequilla del refrigerador y córtala en cubos grandes (alrededor de 1.5 cm). Vuelve a ponerla en la nevera mientras preparas el resto.
2. En un bol grande, tamiza la harina y la sal. Añade el vinagre o jugo de limón si lo estás usando. Esto ayudará a que la masa sea más flexible y fácil de estirar.
3. Retira la mantequilla del refrigerador y añádela a la harina. Usa las puntas de tus dedos o un cortador de masa para mezclar la mantequilla con la harina. El objetivo no es integrarla completamente, sino que queden trozos de mantequilla visibles y cubiertos por la harina.
4. Haz un hueco en el centro de la mezcla de harina y añade gradualmente el agua fría, removiendo con un tenedor o las manos. La masa debe ser algo pegajosa, pero manejable. No sobretrabajes la masa.
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