1. Saca el pollo de la nevera con antelación. Si puedes, mantenlo fuera durante 2 o 3 horas.
2. Límpialo. Si lo has comprado, retira la gomita que traerá en las patas y guárdala para más adelante. Retira las plumas y demás “regalitos” que suelen traer los pollos. Pero ojo, nada de agua. “Limpieza en seco”, con la manita, con unas pinzas o con un soplete de cocina.
3. Sálalo generosamente por fuera y por dentro. El pollo debe quedar bien saladito. Úntalo con aceite (por dentro y fuera). Añade también las especias (por dentro y fuera). Masajea el pollo para que todo se integre a la perfección. Corta el limón por medio e introduce una mitad en su interior.
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